4 de febrero de 2016

Todo cambia

Dicen que cuando te cortan la cabeza sientes un dolor inconmensurable durante dos, eternos, segundos. Pero se cree que durante quince segundos más, la sangre y el oxigeno que queda en el cerebro es suficiente para mantenerte con cierto nivel de conciencia, lo que explicaría los movimientos musculares de las cabezas degolladas.

Es horrible lo que escribí, tal vez debería pensar en cosas lindas, como en gatitos y perritos jugando en una playa del caribe, palmeras, cocos y esas cosas.

Voy a hacer el intento. El gatito jugaba con el perrito bajo una palmera en una playa del caribe, mientras yo miraba a la dueña que se agachaba constantemente para acariciarlos. Luego ocurrió lo inevitable, fui hacia ella y sin querer pisé al perrito que estaba echado de lado. Me mordió un dedo del pié y por reflejo le pegué una patada que lo dejó malherido contra una palmera. En ese momento un coco se desprendió y dio en la cabeza del gatito. La dueña gritó y me degolló con la mirada. ¡Que le corten la cabeza! sentí que me decía con los ojos, me fui alejando despacito, sin darle la espalda a esa mujer. En fin, por suerte los animalitos sobrevivieron, yo existí durante menos de quince segundos.

Bien, bien, mucho mejor.