21 de junio de 2014

Cáncer: Una babosa

Esa noche, una babosa arrastrando su cuerpo desde la mitad del dormitorio hacia la pared buscaba la forma de salir de ese lugar al que había llegado. O tal vez solo buscaba un poco de humedad para regodearse en ella. Lo cierto es que se chocó con un trozo vertical de madera y media hora después llegó a un lugar muy extraño. Nunca en su vida de babosa se había arrastrado en una superficie blanda y rugosa como esa, que además se movía.

En realidad no era más que la sábana de la cama de Juana, pero si fuera posible describir los sentimientos de ese animal, diríamos que estaba asustada y que quería volver al jardín, donde estaba húmedo y lleno de comida, y que era su hogar. Si el instinto de la criatura era salir de ahí, no lo sabemos, pero ya sea porque así se lo propuso, o debido a su tonta capacidad para escapar, ahora estaba en el lugar equivocado. Estaba en el borde de la almohada.

Desde allí probablemente sintió la presencia de Juana, ya sea su olor, su aliento o su pelo; y seguramente se dio cuenta que estaba en peligro y que debía escapar. Pero era tan lenta la pobre criatura, que quince minutos después estaba en el centro de la almohada.
En ese momento Juana resopló.

Ella estaba profundamente dormida, acurrucada contra el lado de la pared y sin aprovechar la almohada. No se movía hacía horas, pero de pronto involuntariamente se rascó una costilla, y al cambiar de sueño, cambió de posición dando vuelta su cuerpo como una tortilla. No se despertó, pero tuvo sueños felices en los que besaba a su amado en épocas lejanas y él le devolvía el beso pero en la mejilla, lamiéndola cariñosamente. Y así soñó largo rato, con esos recuerdos distorsionados por el tiempo y los somníferos.
Y mientras sonreía muy dormida, la babosa aun vivía, tratando de escapar de esa prisión tibia y pesada, que era la mejilla de Juana. Y aunque no lo logró, y murió en el intento, y sus fluidos ensuciaron la cama y la cara de Juana, y su cadáver fue arrojado a la basura sin ceremonias ni angustias; y aunque su recuerdo baboso solo vivió en Juana unos días, y luego la olvidó para siempre, y aunque se perdió en la niebla oscura y fría de la muerte y los recuerdos; yo sí, aún la recuerdo, aún la recuerdo y creo que mereció mejor suerte.





2 de junio de 2014

Gotas

Caigo lenta y plácidamente
Cierro los ojos en un rincón
Crece niebla en mi mente
Sueño oscuro y sin dolor

Agua fluye ahí afuera
Brisa suave y dulce olor
Algo flota en el aire
Me señala y allá voy