20 de marzo de 2014

Aries: Negra y blanca

Cuando era niño quería ser carpintero, pero el paso del tiempo me mostró que en mí residía un potencial pirómano, por lo que fui dejando de lado la idea.
Siendo joven, decidí estudiar Veterinaria, convencido totalmente de mi vocación, pero ocurrió que murió Jacinta.

Cuando murió trate de no sentir dolor, y lo logré, pero empecé a soñar con ella. Todos los días tenía sueños, que cada vez eran mas alucinantes.
Una noche en uno de ellos me habló, parada sobre sobre sus dos patas traseras y en perfecto español me dijo que escribiera. Cometió el error de invitarme a escribir y yo cometí el error de hacerle caso a mi perra.

Al principio me fue fácil, las letras se multiplicaban, desahogándome. Con el tiempo fui desarrollándome en el arte de de la catarsis escrita y decidí dedicarme a ello. Dejé a los animales de lado y me dediqué a escribir. ¡Qué iluso! ¡Quería ser poeta!
Pasaron los años y montones de papeles empezaron a rodearme. Orgulloso los veía, creyendo que allí había belleza, belleza de la más oscura. Supe que tenían valor, supe que sería reconocido.
Pero ardieron.

Los impulsos me dominan, los hechos se dan, y luego, detrás van mis pensamientos persiguiendo el control; y es que la mayor parte del tiempo, simplemente me rindo, y soy un soldado de la circunstancia.

Aquel día sentí desprecio por algo que había escrito. No satisfecho con romper la hoja, sentí deseos de quemar los restos. Cuando se apagó el pequeño fuego, ya había decidido hacer una limpieza de mis escritos. Empecé a juntar papeles y cuando inicie la fogata sentía una adrenalina feroz, un vértigo que no se detuvo. Montones enteros empujé a las llamas, frenéticamente.
Pronto perdí el total control y la casa ardió junto a mi deseo de ser artista.

Logré salir vivo, y sí, vi el maldito humo. ¡Y sí! Vi al maldito, sacando fotos a los espirales de humo, a la forma que se veía, tan familiar para mi. Y sí, también vi la foto en una revista bajo el título de "Fotógrafo del año", una revista de arte.
Y sí, la forma era igual a Jacinta.

Aún no he logrado recomponerme del incendio, pero pronto voy a ser chef. y me dedicaré a lo que realmente quiero, cocinar.


4 de marzo de 2014

Un océano perdido en un vaso de agua.

El mar está revuelto, y en la gris mañana,
un solo barco se atreve a cruzar la confusión.
Lento avanza entre ballenas frustradamente suicidas,
entre pulpos de mil brazos y ojos perdidos,
entre sirenas que alienadas, se chocan entre sí,
y muchos perros marinos que ladran y no muerden.

Lento avanza el barco, surcando oleadas marrones,
de chocolate y mierda, que mezcladas van y vienen,
de costas lejanas, perdidas, sin retorno,
a otras costas, perdidas y ajenas.
Las blancas velas del barco buscan aire que no encuentran,
y solo dejan una opción: tendrán que remar.

Y han de creer en la pequeñez del asunto,
para no caer en la locura y perder el rumbo.
Han de creer que no existe ni la verdad, ni la mentira.
Solo existe la ilusión y ese barco que tripulan.
Han de remar y remar, porque solo hay un camino
y porque la pólvora aún está seca.